La alcachofa se cultiva desde la antigüedad por sus capullos comestibles.
La alcachofa silvestre apareció de forma natural en la región mediterránea, sobre todo en las zonas costeras de la actual Túnez. Desde entonces, se ha extendido por todo el mundo, cultivándose en muchas regiones de clima templado.
Se trata de una planta herbácea perenne de la familia de las asteráceas que produce grandes hojas pinnadas y espinosas que pueden alcanzar 1,5 metros de altura.